viernes, 16 de noviembre de 2012

La Santa Sede impone una “estricta” sobre los hábitos talares para todos los prelados que trabajan en el Vaticano

 

 

Ciudad del Vaticano - Más rigor no sólo en la doctrina, en los procedimientos, o en los comportamientos. También en el modo de vestir. La Santa Sede impone una “estricta” sobre los hábitos talares para todos los prelados que trabajan en el Vaticano. No serán aceptados hábitos “burguéses”: el mínimo tolerado será el clergy-man —el hábito religioso que incluye pantalones, camisa y chaqueta en color negro o gris— ern tanto que religiosos y religiosas deberán llevar el “hábito” de su propia orden a la que pertenezcan.


Este es el efecto de un decreto de la Congregación para el Clero, aprobado por la Secretaría de Estado y entrado en vigor en las últimas semanas, que impone rígidos códigos de vestimenta para todos los empleados religiosos de la Santa Sede. Hasta el momento, demasiados sacerdotes en suéter o en el verano en camisa de manga corta. Basta, en efecto, con los sacerdotes “casuales”, es la índicación de la actual jerarquía vaticana para la negligencia y para una imágen no adecuada con el rol.
El nuevo código de comportamiento impuesto por el Estado Vaticano establece que los sacerdotes, los religiosos y las religiosas empleados de la Santa Sede tendrá que ir a sus respectivas oficinas rigurosamente con el hábito religioso. Para los sacerdotes el mínimo permitido es el clergy-man. Mejor aún, aunque no es obligatorio, la vestidura talar (que llega hasta los talones). Para los pertenecientes a las órdenes religiosas, incluidos las religiosas, es fuetemente aconsejada la vestimenta de la propia congregación.
La ola pues, de algún modo tradicionalista, del pontificado de Ratzinger, además de la doctrina, también implica la forma de vestir, eliminando —por lo menos dentro de la Ciudad Leonina y en todos los dicasterios vaticanos— una excesiva libertad.
Para el nuevo giro de tuerca, la Congregación para el Clero ha promulgado incluso un decreto, avalado también por la Secretaría de Estado, un signo de cómo es considerada la cuestión en los pisos superiores del Palacio Apostólico. Esta no es la primera vez, sin embargo, que se emiten directivas sobre la materia.
A pesar de que cubre una amplia serie de custiones y comportamientos, de hecho, ya en el “Reglamento General de la Curia Romana”, que entró en vigor el 1° de julio 1999, aprobado por el Papa Juan Pablo II en sustitución de la precedente normativa de 1992, preveía entre otras normas, incluso disciplinarias, aquela que imponía a los sacerdotes llevar siempre hábito eclesiástico en la oficina, en tanto también a los laicos se les pedía vestir de un modo “decoroso”.
El documento tenía por objeto hacer que el reglamento en materia de trabajo “mayormente adecuado para la finalidad del particular servicio eclesial de cuantos, en la Curia romana, colaboran con el Santo Padre en su misión universal”. Principios que se han tenido en cuenta también en las nuevas normas, más específicas, para prohibir entre los sacerdotes deslices “casuales” y los hábitos no rigurosamente eclesiásticos.

Información de Il Secolo XIX, Nov-15-2012. Traducción de Secretum Meum Mihi.

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