sábado, 30 de junio de 2012

MONS. AGUER: PARA BENEDICTO XVI LA LITURGIA “ES UN DON DE DIOS” Y NO UNA “REUNIÓN DE ENTRECASA” INVENTADA POR LOS HOMBRES

 

 

Reflexión de Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, sobre el "29 de Junio: Día del Papa" -Solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo y 60 Aniversario de Ordenación Sacerdotal del Papa Benedicto XVI-, en el Programa "Claves para un Mundo Mejor" del sábado 25 de Junio del 2011.
Mons. Aguer destaca en el Papa la condición de Liturgo, es decir, de mediador entre Dios y los hombres que en el ámbito de la Liturgia de la Iglesia ofrece cotidianamente a Dios el Sacrificio de la Redención: de la muerte y Resurreción de Jesucristo.
El pensamiento litúrgico del Papa manifiesta claramente que la Liturgia no es algo que armamos los hombres o que construye la comunidad cristiana, sino que es un Don de Dios que la Iglesia recibe como un Misterio Salvífico.

 

Texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:

 

“El 29 de junio se celebra la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y para nosotros, los católicos, es el día del Papa. Corresponde, entonces, que ese día le dediquemos un recuerdo especial en la oración a nuestro Santo Padre Benedicto XVI”.

“Este 29 de junio, tiene para el Papa un significado muy especial, porque se cumple el aniversario de su ordenación sacerdotal. Joseph Ratzinger se ordenó sacerdote junto con su hermano Georg el 29 de junio de 1951. Ese día, aquel joven alemán comenzó a ejercitar su ministerio, del cual me interesa destacar un rasgo esencial: el sacerdote es un liturgo”.

 

“Liturgo designa a aquel mediador entre Dios y los hombres que, en el cumplimiento de esta actividad singular de la Iglesia, ofrece cotidianamente a Dios el sacrificio de la redención. Pensemos lo que significa esto como corazón mismo de la existencia sacerdotal. Hay otros aspectos por supuesto en la vida del sacerdote que correspondería destacar como su misión profética como evangelizador, como difusor del evangelio, como educador en la fe; su entrega pastoral, de caridad, para guiar a los fieles y gobernar a la comunidad cristiana que le es confiada”.

“Me complace, en el caso de este aniversario papal, destacar la condición de liturgo de Benedicto XVI. Es decir aquel que está llamado a ofrecer cotidianamente la oración de la Iglesia toda, especialmente el sacrificio en el que se actualiza la muerte y resurrección de Jesucristo”.

 

“En el caso del Papa Benedicto XVI, además, podemos notar que la temática litúrgica ocupa un lugar importantísimo en su pensamiento, en su obra de teólogo. A lo largo de su vida de investigador y de profesor, el Papa Ratzinger ha publicado libros, conferencias y ensayos sobre la temática litúrgica”.

 

“Creo que el pensamiento litúrgico del Papa tiene un punto central: la convicción de que la liturgia no es algo que armamos nosotros los hombres, no es algo que construye la comunidad cristiana, la asamblea que se reúne para el culto de Dios, sino que es un don de Dios que la Iglesia recibe y acoge como un misterio de salvación”.

 

La Iglesia posee una tradición litúrgica que se va actualizando permanentemente, que es siempre antigua y siempre nueva. Vale, sobre todo, subrayar esto en relación con la reforma litúrgica aplicada después del Concilio Vaticano II y con las posibilidades que ofrece de participación en los misterios de la fe”.

 

“Desgraciadamente muchas veces la aplicación de esa reforma se ha hecho de tal manera que se ha perdido de vista la cualidad de don que tiene la liturgia, de don que nosotros recibimos con fe, con espíritu de adoración, con gratitud. Es un misterio que nos supera enormemente. De hecho, se puede constatar con pesar que se ha perdido, en muchas ocasiones, la dimensión contemplativa y estética de la liturgia como consecuencia de la pérdida del sentido de su sacralidad”.

 

“Todo cambia de sentido si se piensa que la liturgia es algo que transcurre entre nosotros, el resultado de una construcción que acomodamos a nuestro gusto, un encuentro de entrecasa en el que lo que importa es “sentirnos bien”, experimentar emociones religiosas y manifestarlas. Entonces la liturgia se torna intrascendente, cuando su verdadera naturaleza le ofrece al pueblo cristiano, a la asamblea celebrante, la gracia de volverse hacia el Señor, de “salir” hacia él”.

 

“El Concilio Vaticano II, en la Constitución sobre la Liturgia, decía precisamente que nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia. Este precepto, del cual desgraciadamente se hizo y se hace poco caso, tiene por finalidad tutelar la sacralidad del misterio”.

 

“La liturgia es un tema capital en la obra teológica y pastoral del entonces Cardenal Ratzinger y hoy lo advertimos en el modo como Benedicto XVI celebra los divinos misterios. Se ve que es un hombre de oración, un hombre de adoración, que nos invita a todos precisamente a vivir la liturgia como autentica adoración de Dios que nos sale al encuentro para comunicarnos su vida divina”.

 

“Entonces, en este aniversario de la Ordenación Sacerdotal de Benedicto XVI tenemos la oportunidad de reflexionar sobre esto que es lo cotidiano o por lo menos es lo dominical para los católicos: cómo participar cada vez mejor de la liturgia con autentica devoción, con espíritu de adoración y reconociendo las sacralidad de ese misterio del cual el Señor nos concede participar para unirnos a él y entre todos”.

 

Fuente: Juventutem Argentina

Sermón de Mons. Gustavo Podestá sobre la degradación de un Obispo desertor

 

 

El sacerdote que fue Párroco de Mater Admirabilis de Buenos Aires, Mons. Gustavo Podestá, ha pronunciado el domingo 28 de agosto del 2005, una interesante homilía en la que recuerda el rito penitencial de degradación de un clérigo apóstata. La reproducimos tal cual figuraba en su página web y que viene bien para comprender la gravedad que la Iglesia sabiamente siempre le dio a la deserción de uno de sus clérigos.

Solo podemos agregar el importante contraste que hay hoy, con las reacciones y acciones del episcopado argentino, luego de la deserción del obispo Bergalló.

Sermón del 22 domingo durante el año.

Ceremonia impresionante, que se realizaba en las escalinatas de las catedrales frente al inmenso atrio donde se reunía el pueblo. Ese mismo pueblo que había sido herido por el escándalo de un pecado público y, más, cuando se trataba de un clérigo. Peor aún si constituido en dignidad. A los crímenes públicos la Iglesia públicamente los castigaba, ya que, en verdadera caridad, restituía a los fieles la confianza en la justicia y probidad de sus autoridades, mostraba la gravedad del delito y, al mismo tiempo, estimulaba el propósito de enmienda y la penitencia y conversión del reo.

Allí, en las escalinatas que subían hacia la puerta del templo, se colocaba un asiento bajo y sin respaldo, tipo sillón frailuno, llamado 'faldistorio', en el cual se sentaba el obispo oficiante. A su lado una pequeña mesa con un mantel, en donde, en medio de cirios apagados, se colocaban las vestiduras sacerdotales junto con un trozo rectangular de vidrio en forma de cuchillo.

Traían al que, después de juicio y sentencia, había sido hallado culpable y los clérigos lo revestían, por última vez, con sus hábitos sacerdotales si era sacerdote, o pontificales si era obispo o arzobispo.

En medio de un silencio sepulcral el Obispo celebrante se ponía de pie y comenzaba:

“En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por cuanto yo (...) Obispo de tal lugar, por gracia de Dios y de la Sede Apostólica, habiendo sido probado fehacientemente de acuerdo a los sagrados cánones (o según propia confesión) el crimen del Obispo o Presbítero tal (...) resultando evidente y público el crimen cometido, y por lo tanto no solo grave y condenable, sino dañoso a la salud de los fieles, y aún enorme por la dignidad del que lo cometió, habiendo no sólo ofendido la divina Majestad sino inferido gravísima conmoción a la ciudad, y por esto haberse hecho indigno de su oficio eclesiástico, por ello, tanto por la autoridad de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, como por la de nuestro cargo pastoral, mediante estos escritos lo privamos de todos su cargos y oficios y, por nuestra palabra, lo deponemos, y, según la tradición de la Iglesia, lo sentenciamos a ser degradado”.

Luego, con lágrimas en los ojos -según cuentan frecuentemente las crónicas- el oficiante se ponía de pie y, si el reo era obispo, le sacaba la mitra de la cabeza, diciendo: “Desnudamos tu cabeza de la mitra, ornato de dignidad pontifical y que enlodaste en el ejercicio de tu autoridad”.

A continuación, un acólito traía un evangelio y se lo ponía al depuesto en las manos. El oficiante entonces se lo retiraba diciendo: “Devuelve el Evangelio, porque, habiendo despreciado la gracia de Dios, te hiciste indigno del oficio de predicarlo”.

Después le sacaba el anillo: “Te arrancamos este anillo, signo de fidelidad a tu esposa la amada Iglesia de Dios, a quien temerariamente traicionaste”.

Otrosí: “Te quitamos el báculo, para que no te atrevas más a ejercer el oficio de dirigir que tan gravemente perturbaste”.

Y, finalmente, la parte más emotiva. Con el vidrio -sin filo, por supuesto- habiéndole quitado los guantes ceremoniales -las 'quirotecas'- le raspaba los dedos y las manos simbólicamente y decía: “En cuanto está en nuestro poder hacerlo, así te privamos de tu bendición sacerdotal y de tu unción episcopal, para que pierdas el honor y la gracia de santificar, bendecir y consagrar”.

También pasaba el vidrio por su frente: “Borramos de tu frente la consagración, la bendición y la unción que se te confirió, y te deponemos del orden pontifical para el cual te has hecho indigno”.

Al final, conmovido, lo exhortaba a la penitencia y al arrepentimiento y, si lo que había cometido era un delito común, lo entregaba al fuero civil.

Esta ceremonia, se encuentra en el Pontifical Romano anterior al Concilio Vaticano II. En latín. La he traducido algo libremente para Vds.

Es verdad que este rito en particular ya prácticamente no se usaba desde hacía tiempo: no era fácil que ningún obispo sinvergüenza se aviniera a someterse libremente a la degradación. (No sé si todavía se usa la degradación entre los militares, con la quita de los galones y jinetas y rotura del sable.) Pero la ceremonia, al menos en los papeles, estuvo en vigencia por lo menos hasta la aparición del nuevo pontifical de después de los setenta. Y lo cierto es que nunca se derogó, y no sería malo que de vez en cuando se utilizara.

De todos modos sí está vigente, en la parte penal del Código de Derecho Canónico, para cierto tipo de delitos aberrantes, la expulsión del estado clerical (CIC 1395). No solamente el pedido o aceptación de renuncia. La Iglesia se muestra realmente misericordiosa cuando castiga justa y medicinalmente, no cuando, por falsas solidaridades o lástimas, se hace complaciente con el delito o el pecado y disminuye su gravedad, tanto peor cuando, el que lo comete, más alto cargo y responsabilidad ocupa. Como decía el talentoso y silenciado escritor colombiano Nicolás Gómez Dávila, muerto en 1994, “Lo que aleja de Dios no es el pecado, sino el empeño en disculparlo”.

Pero aunque dolidos en lo más profundo de nuestro ser de católicos, avergonzados ante el mundo, sacudidos en nuestras convicciones humanas, perplejos ante la lenidad con la cual se trata a uno de los más graves y dolorosos escándalos de la historia de la Iglesia Argentina, no podemos tampoco extrañarnos demasiado de los extremos pavorosos de las posibilidades de la indignidad del hombre. En estos tiempos ya hemos visto absolutamente de todo. Y, aunque la gracia de Cristo en su Iglesia ha producido y sigue produciendo infinidad de santos en demostración de ese poder divino capaz de salvar el abismo de todas las debilidades, para que la gracia nos alcance hemos de ponernos bajo su influjo. Ni la Braun ni la Philips ni Gillette tienen la culpa de las caras desprolijas o mal barbadas que andan por ahí; sino el que no los usa. Existen el jabón, el agua y el detergente y, mientras están al alcance de los bolsillos, no es culpa de estos elementos el que la gente ande sucia. Tampoco son Dios, ni la Iglesia, ni su doctrina y sacramentos culpables de los pecados de sus hijos.

No basta ni ser bautizado, ni ser cura, ni ser obispo, para ser buen cristiano, mucho menos santo: hay que ponerse bajo el influjo de la gracia, en oración, en penitencia, en fe, esperanza y caridad vividas. Siempre habrá católicos -incluídos sacerdotes, monjes y obispos- que se cierren voluntariamente al influjo santificante de Jesús.

Pero Cristo ya nos había prevenido que habría escándalos en su Iglesia, y reservaba para ellos metáforas que hoy parece que es políticamente imprudente mencionar.

Ahí está Pedro, en el pasaje inmediatamente siguiente al del domingo pasado, ufano de su nombramiento: Roca, Piedra de la Iglesia, intermediario de la revelación del Padre, con las llaves de mayordomo de la casa de su Señor en las manos, pavoneándose a lo mejor frente a los demás apóstoles. Y se pasa de vueltas.

En las costumbres de la época, los discípulos, frente a sus maestros, debían guardar silencio. Menos todavía pretender enseñar a nadie estando ellos presentes: "Merece recibir de Dios la muerte quien se atreve a enseñar la Ley en presencia de su maestro", dice un pasaje del Talmud. Llegar a lo de Simón: corregirlo, era inconcebible.

Pero, en su torpeza, por lo menos tuvo la precaución de llevar a su Maestro, Jesús, aparte, lejos del resto de los apóstoles. Aunque su buena intención humana fue comprensible, la desafortunada osadía de Simón tratando de apartar a Cristo de su misión divina para ahorrarle la cruz, fue casi peor que las declaraciones hechas por algunos eclesiásticos a periodistas o en cartas de lectores defendiendo, con un humanismo subhumano, lo indefendible. Y allí recibe Simón uno de los reproches y seguidilla de dicterios más terribles con los cuales la ira de Jesús haya fulminado a nadie durante su vida terrena: “¡Retírate!”, “¡Satanás!”, “¡Obstáculo!”.

El '¡retírate!', reconstruido al arameo original en el cual probablemente habló Jesús, suena algo así como ¡Halilá Iéka!, difícil de traducir, pero mucho más fuerte que ‘retírate’, porque unido a una interjección. Algo así como “¡pero! ¡ándate de aquí!” o “¡Maldición! ¡Estás despedido!”. De hecho algunos intérpretes opinan que el significado exacto de la frase era expulsarlo a Simón del grupo de los apóstoles -aunque quizá como una mera amenaza; o que Jesús, luego, lo haya tomado otra vez-. Un verdadero ex abrupto y baldazo de agua helada para el cándido Simón. Quien, ahora, de ser el que hará de la Iglesia un bastión contra el cual no podrán los poderes de la muerte, del infierno, se transforma en nada menos que enSatanás.

Y no es para menos, porque lo que aconseja Pedro a Jesús es llegar a Mesías terreno, recibiendo todos los reinos del mundo, aceptando los dictados de la carne y de la sangre, de lo puramente humano, que, ya sabemos, a la larga, conduce a lo inhumano, a lo aberrante. “Todo esto te daré si te postras y me adoras”, ya lo había tentado a Jesús, Satanás en el desierto. Todo te daré: el aplauso de la prensa, de lo políticamente correcto, de los doctores ‘deshonoris causa’, de los mitrados amigos de Judas, de las masas estólidas, de los católicos mal formados, -puro sentimentalismo sin fe-, de los maestros de este mundo, de los ancianos o senadores, de los sumos sacerdotes, de los escribas y abogados de cuanta mala causa existe, de los miembros de la Suprema Corte ... ‘si me adoras’, ‘si te apartas de la cruz’.

¡Retírate de mí! ¡“Vade retro”!

¡Tú eres para mí obstáculo!

Obstáculo. Skándalon, dice el texto griego original. Escándalo -espantosa palabra-. En griego significa trampa. Es quizá una onomatopeya que deriva del ruido ‘¡skan!’ que hacían las antiguas trampas griegas de bronce al soltarse. De esa raíz viene ‘escalón’: ese que no vemos cuando vamos caminando y nos hace tropezar o caer. En la Biblia, skandalon traduce el hebreo ‘mikeschol’, piedra saliente que uno pega sin darse cuenta con el pie, y nos hace vacilar o caer. Estamos acostumbrados a cosas parecidas los que caminamos por las veredas de Buenos Aires.

“Y yo te digo tú eres Pedro, tú eres Piedra”, “tú eres piedra de tropiezo para mí”.

¡Desdichado Simón! ¡En qué pocos instantes se ha transformado de Pedro, piedra, roca sobre la cual construir la Iglesia, en roca en la cual tropezar; en escándalo! Y no hizo gran maldad: quiso solamente actuar de acuerdo a su corazón humano. No quería ver a su maestro crucificado, no cabía en su mente el heroísmo del que todo daría por Dios y por su honor de hijo de Dios y por sus hermanos. Mucho menos comprendía que, si alguien quería seguir al Señor, tenía que tener la misma arrojada actitud de su jefe. Que no hay para el cristiano lugar para claudicaciones, cálculo, componendas, mesa de diálogo, rendiciones. Cargar la cruz y seguir al Señor no es, en labios de Jesús, soportar las minúsculas contrariedades de la vida, como a veces se interpreta piadosamente, sino ponerse el uniforme de Cristo y saber que, al menos en el último acto, sin excepción, habremos de recibir con alegría la orden de lanzarnos a la carga, con la cruz en ristre, hacia nuestro enemigo la muerte.

Como el soldado que cuando, por no perder la vida, huye o se esconde y no enfrenta al adversario, o se rinde cobardemente antes de disparar un tiro, o se sube en un "banquito", pierde su honor y, para sus camaradas y su conciencia, es un muerto viviente... ¡tanto más para el cristiano cuando se trata de estar al lado o no de Cristo en orden a la Vida verdadera! “El que quiera salvar su vida la perderá”. Tanto peor si es general, u obispo, elevado en dignidad. Y el derecho de la Iglesia afirma que es horrendamente peor el delito de un clérigo elevado en dignidad, que el de quien no lo es.

¡Pobre Pedro con su pequeño escándalo de hoy! ¡Horror de los grandes escándalos! Antes que nada los del error y la herejía, la predicación de falsedades, la ocultación desde el púlpito de la verdad divina, las liturgias profanadas, escándalos todos que hieren a la fe. Pero también los escándalos de los malos ejemplos, las celebraciones y comuniones sacrílegas hechas en estado de pecado, las dobles vidas, las conductas nefandas de quienes están vestidos de dignatarios de Cristo... “¡Ay del mundo a causa de los escándalos! -dirá Jesús en el capítulo 18 de Mateo-. Es inevitable que existan; pero ¡ay de aquel que los ocasiona!”.

Dios los ayude a convertirse, a pedir perdón, a hacer penitencia, a reparar el reguero de almas dolidas, escandalizadas, perdidas, desmotivadas, escépticas que dejan, con iglesias vacías -y, a lo mejor, groseras adhesiones tumultuosas en las calles o en los diarios- en el camino de sus culpas.

Aunque en el fuero interno nadie puede meterse, excepto Dios, que la justa pena ayude siempre en la Iglesia a la conversión del reo, y nos estimule a todos a buscar nuestra propia salvación “con temor y temblor” como dice San Pablo, esperando el día cuando, más allá de la justicia humana -y sus sentencias a veces feroces, a veces homicidamente benignas- “venga el Hijo del hombre, en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pague a cada uno de acuerdo con sus obras”.

Acuda también, con Él, María en nuestra ayuda; y Dios nos tenga piedad.

Mons. Gustavo Podestá, sermón pronunciado el 22º domingo durante el año, sobre el escándalo del obispo Juan Carlos Maccarone. 28 de Agosto del 2005.

Fuente: SV

jueves, 28 de junio de 2012

Falleció el hermano Oscar Carbone, del instituto Miles Christi

 

 

El sábado 23 de junio, falleció el hermano Oscar Carbone, del Instituto religioso Miles Christi.

      Este hermano coadjutor, de solo 35 años, era procedente de la parroquia Nuestra Señora de la Anunciación, de Ringuelet. A partir del 2 de abril, el hermano se comenzó a sentir mal y, luego de un tiempo, se pudo determinar que padecía un cáncer de colon, muy avanzado. Estuvo internado casi un mes en el hospital San Martín, de La Plata.

     Ingresó al instituto Miles Christi el 1º de enero de 2000. Desde 2002 vivía en la comunidad religiosa de la parroquia San Luis Gonzaga, de Villa Elisa y se desempeñaba en la secretaría de la casa generalicia de Miles Christi.

     En un comunicado, el superior general, padre Roberto Yannuzzi MC, señaló que el hermano “veía claramente en la enfermedad un signo de Dios, que sentía la gracia y la alegría de los votos religiosos perpetuos y manifestaba un profundo agradecimiento de pertenecer a Miles Christi”.

     El velatorio se realizó en la parroquia San Luis Gonzaga y el domingo 24 de junio se celebró la misa exequial, luego de la cual, el cuerpo fue inhumado en el cementerio San José de Luján. +

 

Fuente: AICA

miércoles, 27 de junio de 2012

Recital de Piano en La Plata

 

 

El próximo miércoles 27 de junio tendrá lugar el cuarto Recital de piano del Ciclo 2012 que organiza la Fundación Catedral.

Se escuchará a los pianistas Juan Roleri y Anabella Chirizola, interpretando obras de Brahms, Chopin, Schubert y Liszt.

El Recital llevará a cabo en el Auditorio "San Francisco de Asís" de la Catedral (Av. 51 e/ 14 y 15), y dará comienzo a las 20.00 hs. (nuevo horario)

La entrada es libre.

Fundación Catedral.

martes, 26 de junio de 2012

Historia de la Reforma Litúrgica

 

I) Los antecedentes

LOS ANTECEDENTES: EL MOVIMIENTO LITÚRGICO EN TIEMPOS DE PÍO XII

La reforma litúrgica del Vaticano II es heredera del movimiento litúrgico, iniciado en Francia por Dom Prospero Gueranger hacia la mitad del siglo XIX. Dom Gueranger (en la foto, abajo) fue el restaurador de la orden benedictina en Francia, y para ello se instaló en el antiguo priorato benedictino de San Pedro de Solesmes, casi completamente destruido. Más tarde ese priorato fue erigido en abadía, convirtiéndose en la cabeza de una congregación monastica que puso la liturgia como principio fundamental de toda su espiritualidad, y lo mismo hicieron los hermanos Wolter con la restauración benedictina en Alemania. De este modo se contribuyó a crear una corriente de simpatía en torno a la celebración litúrgica por Europa y parte de América. Ese movimiento tuvo su primer espaldarazo pontificio con el “motu proprio” de san Pío X Tra le sollecitudini, del 22 de noviembre de 1903, en el que se decía: “Siendo nuestro mas ardiente deseo que el verdadero espíritu cristiano reflorezca de todas maneras y se mantenga en todos los fieles, es necesario preocuparse ante todo de la santidad y dignidad del templo, donde los fieles se reúnen para encontrar precisamente este espíritu en su fuente primera e indispensable, que es la participación activa en los sacrosantos misterios y en la plegaria pública y solemne de la Iglesia“.

Los centros monásticos de irradiación litúrgica crearon multitud de publicaciones, lanzadas por doquier para fomentar el amor a la liturgia y a la instrucción y participación activa de los fieles en la misma. Fue esto tan positivo que mereció una alabanza de Pío XII en su carta encíclica Mediator Dei, del 20 de noviembre de 1947. Esta irradiación del apostolado litúrgico estimuló a muchos a cultivar el estudio de la liturgia en sus fuentes y en sus diversos aspectos. De este modo se creaba un ambiente propicio para que prestigiosos sacerdotes, religiosos y laicos se reunieran periódicamente a tratar con toda profundidad algún aspecto de la liturgia, dentro de una atmósfera espiritual de gran relieve. Surgieron nuevos centros de estudios litúrgicos con sus propias publicaciones, que ayudaron a crear y fomentar un gran entusiasmo por todo lo referente a la sagrada liturgia, como el Centro de Pastoral litúrgica de Paris, el Instituto litúrgico de Treveris y otros semejantes. También fue notable la actuación del equipo que editaba “Ephemerides liturgicae” de Roma, que captó desde el principio las realidades del movimiento litúrgico y las dio a conocer en grandes sectores de la jerarquía de la Iglesia.

Para coordinar los esfuerzos de los especialistas del mundo entero, el Instituto litúrgico de Treveris en 1951 tomó la iniciativa de invitarlos a la abadía benedictina de Maria Laach, donde se celebraron las primeras jornadas litúrgicas sobre el tema “los problemas del Misal Romano". A la conclusión, fueron enviados a Roma los votos en que se recogían los puntos principales que requerían reforma: doblajes, oraciones al pie del altar, lugar de la liturgia de la Palabra, la ordenación de las lecturas bíblicas, la plegaria universal de los fieles, nuevos prefacios, la fragmentación del canon con sus respectivas conclusiones (diversos “Amen"), el acto penitencial antes de la comunión en la misa, los ritos finales, etc. Desde entonces estos encuentros se celebraron de un modo regular hasta el año 1960. En ellos se pasó revista a casi todos los aspectos de la reforma litúrgica. En su organización intervino también el Centro de Pastoral litúrgica de Paris. Al congreso de Mont-Saint-Odile, cerca de Estrasburgo, acudieron especialistas de nueve países europeos, que, desde el 21 al 23 de octubre de 1952, estudiaron el tema de El hombre moderno y la Misa. También se enviaron a la Santa Sede las sugerencias más adecuadas, de modo especial las referidas a las lecturas bíblicas en la misa y a la estructura del Misal en los ritos y oraciones que siguen a la recitación del padrenuestro.

Del 14 al 18 de septiembre del 1954 tuvo lugar en Lugano la 3ª Sesión Internacional de estudios litúrgicos. Tuvo por tema principal La participación activa de los fieles según el espíritu de Pio X. Este congreso de liturgia estuvo avalado por la presencia del cardenal Ottaviani, secretario del Santo Oficio, y por otras personalidades de la Curia romana. Se pidió a la Santa Sede la introducción de la lengua vernácula en las lecturas bíblicas de la Misa y en los cantos y oraciones del pueblo fiel. Se pidió ardientemente la restauración de toda la Semana santa, al estilo de la Vigilia pascual.

La Santa Sede señaló los dos temas que habrían de estudiarse en la 4ª Sesión de estudios litúrgicos que habría de celebrarse en Mont-Cesar (Bélgica) desde el 12 al 16 de septiembre de 1954. Esos temas fueron la ordenación de las lecturas bíblicas en la Misa y los problemas de la concelebración eucarística. A partir de 1956 estos congresos internacionales adquirieron una repercusión mayor; en efecto, el celebrado en este año ganó relevancia debido a la parte que tuvo en él la jerarquía de la Iglesia. Tuvo lugar en Asís-Roma durante los días 14-17 de septiembre y lo presidió el cardenal Gaetano Cicognani, Prefecto de la Congregación de Ritos. Pío XII participó en la clausura con un discurso programático de altísimo valor. Se estudiaron en él diversos aspectos de la pastoral litúrgica y de modo especial la historia y la reforma del Breviario. En 1958 el Congreso se celebró del 8 al 13 de septiembre en Montserrat, y el tema principal fue el de la reforma de los sacramentos de la iniciación cristiana, de modo especial el bautismo.

Munich fue la sede del 7.° Congreso internacional de Liturgia, del 30 de julio al 3 de agosto de 1959. El tema fue el de la celebración eucarística en las Iglesias orientales y occidentales. Sin estos congresos no hubiera sido tan fácil ni rápida la reforma litúrgica promovida por el concilio Vaticano II. Juntamente con ellos, se dieron en diversos lugares reuniones de liturgistas más o menos importantes en orden a la reforma litúrgica de la Iglesia en Occidente.

Sin duda el gran Papa de la liturgia fue Pío XII, tanto en lo que se refiere a su aspecto doctrinal como en sus realizaciones prácticas. Son muchos los documentos que promulgó referentes a la liturgia; sobresalen dos de gran importancia: la enciclica Mystici Corporis, del 29 de junio de 1943, y la encíclica Mediator Dei, del 20 de noviembre de 1947. Por otro lado, el esquema que se distribuyó a los Padres conciliares del Vaticano II para el estudio del tema de la liturgia estaba plagado de citas de Pío XII. Este Papa, eximio entre los grandes que ha tenido la historia del Pontificado romano, al ver la fuente espiritual que la celebración litúrgica lleva consigo, fue madurando en su mente una reforma general de la liturgia. En la audiencia concedida el 10 de mayo de 1946 al Prefecto de la Congregación de Ritos, cardenal Salotti, Pío XII le expresó el deseo de que se comenzase a estudiar el problema de la reforma litúrgica en general. Mas tarde, el 27 de julio de ese mismo ano, en la audiencia concedida a monseñor Carinci, secretario de la referida Congregación, se decidió que se crease una comisión especial de expertos para que estudiasen el asunto e hicieran propuestas concretas para la reforma general de la liturgia.

En octubre del mismo año, el vicerrelator general de la sección histórica de la Congregación de Ritos, padre Jose Low, redentorista austriaco, inició el esquema del proyecto. El trabajo duró unos dos años y fue publicado en una tirada de 300 ejemplares, como Positio de la sección histórica de la misma Congregación. Llevaba por título Memoria sobre la reforma litúrgica.

Los dos puntos mas desarrollados eran los referentes al año litúrgico y al Oficio divino. Para lo demás se decía allí que se prepararían estudios especiales. De hecho, se redactaron unos cuarenta, algunos de muy pocas páginas. Cuatro se publicaron como complementos de la referida Memoria. El primero fue del benedictino Anselmo Albareda. Trató de la graduación litúrgica, y no gustó por ser complicado, artificial y prácticamente irrealizable. El segundo contenía las observaciones a la referida Memoria de los padres Capelle, benedictino; Jungmann, jesuita, y monseñor Righetti. El tercero recogía el material histórico hagiográfico y litúrgico para la reforma del Calendario. Era el más importante y de hecho ha servido mucho para la reforma del Calendario realizado después del Vaticano II. El cuarto contenía el resultado y deducciones de la consulta que se hizo al episcopado mundial sobre la reforma del Breviario. Respondieron unos cuatrocientos obispos.

En 1948 fue nombrada la comisión para la reforma litúrgica. Presidente de la misma fue el mismo prefecto de la Congregación de Ritos, que entonces era el cardenal Micara. Miembros de la comisión fueron monseñor Carinci, secretario de dicha Congregación; Fernando Antonelli, franciscano, relator general de la misma; Jose Low, redentorista, vicerrelator; Anselmo Albareda, benedictino, prefecto de la Biblioteca Vaticana; Agustin Bea, jesuíta, director del Pontificio Instituto Biblico y confesor de Pío XII, más tarde cardenal; Anibal Bugnini, paúl, director de la revista “Ephemerides Liturgicae", que fue nombrado secretario de la comisión. En 1951 se añadió a ésta monseñor Enrico Dante, luego cardenal; en 1960, monseñor Pedro Frutaz, relator general de la Congregación; don Luis Rovigatti, parroco de una iglesia de Roma; monseñor Cesareo d’Amato, abad benedictino de San Pablo Extramuros de Roma y obispo titular de Sebaste de Cilicia; Carlos Braga, paúl, del equipo de “Ephemerides litúrgicae". En 1953 el cardenal Micara fue nombrado vicario de Roma, y le sustituyó el cardenal Gaetano Cicognani en la presidencia de la comisión y en la prefectura de Ritos.

La primera reunión de la comisión se tuvo el 22 de junio de 1949. Se pensó en un principio que sería cosa de poco tiempo; pero el padre Bea dijo que para revisar las lecturas bíblicas que se leen en la liturgia y el salterio se necesitarían unos cinco años. Algunos quedaron desilusionados, pero era el plazo mínimo que se requería también para otras partes de la liturgia. En los doce años de existencia (1948-1960) la comisión tuvo mas de ochenta reuniones y trabajó en absoluto secreto, tanto que la publicación de la reforma de la Vigilia pascual, en marzo de 1951, cayó de sorpresa a los mismos oficiales de la Congregación de Ritos. La comisión gozó siempre de la plena confianza del Papa, que estaba al corriente de todo por su propio confesor, el padre Bea. Por eso se lograron grandes resultados, inesperados para no pocos. No se llego a más por el anuncio de la celebración del concilio Vaticano II.

Se llevó a cabo una revisión de todos los libros litúrgicos. En 1955 se promulgó la Semana santa restaurada, con gran gozo de todo el pueblo cristiano, aunque en algunos lugares, como en Sevilla, la misa vespertina del Jueves santo no causó buena impresión y aún se propone que se vuelva a la practica anterior. Al pontificado de Pío XII hay que añadir la revisión del Salterio, en 1945; las misas vespertinas y la nueva disciplina del ayuno eucarístico, en 1953; la simplificación de las rubricas del Breviario y del Misal, en 1955; multitud de rituales bilingües, etc.

 

II) Intrigas en la preparación del Concilio

APARECE EN ESCENA MONS. ANNIBALE BUGNINI

En el discurso del 25 de enero de 1959 a los cardenales, en la basílica de San Pablo Extramuros de Roma, curiosamente Juan XXIII no mencionó la liturgia como posible tema conciliar. Todos quedaron muy extrañados de ese silencio sobre un tema tan importante para la vida de la Iglesia. Llovieron las peticiones a la Santa Sede. El 25 de julio de 1960 escribió Juan XXIII en el “motu proprio” Rubricarum instructum: “Después de haber examinado por mucho tiempo y con detención, hemos decidido que en el próximo concilio ecuménico se deben proponer los grandes principios para una reforma litúrgica general“.

Pero esto se había decidido ya antes, pues el 6 de junio de 1960 se creó la comisión litúrgica preparatoria y era nombrado presidente de la misma el prefecto de la Congregación de Ritos, cardenal Gaetano Cicognani. El 11 de julio del mismo año se nombró secretario de la comisión al padre Anibal Bugnini, de controvertida memoria. Se nombraron miembros de la comisión y peritos, en un total de 65. En esto, como en otras muchas comisiones conciliares, ni estuvieron todos los que eran ni eran todos los que estuvieron, pero había en ella personas de gran relieve en el campo de los estudios litúrgicos y experiencias pastorales.

Después de la reunión de la comisión, se crearon varias subcomisiones: Sobre el ministerio de la sagrada liturgia y su relación con la vida de la Iglesia, la Santa Misa, la concelebración sacramental, el Oficio divino, sacramentos y sacramentales, el Calendario litúrgico, la lengua latina, la participación de los fieles en la liturgia, las vestiduras sagradas, la música sagrada, el arte sagrado, etc. Estos temas fueron sacados de las proposiciones que hicieron los obispos de todo el mundo y otras personas competentes en la materia. La reunión se tuvo del 12 al 15 de noviembre de 1960 y el tema de la primera subcomisión fue propuesto por el padre Bevilacqua. Fue una proposición atinada y luego se convirtió en el tema más importante de lo que sería el proemio y el primer capítulo de la constituciónSacrosanctum concilium, por obra principalmente del benedictino padre Cipriano Vagaggini. Es gran lástima que no se tenga en cuenta el proemio y el capítulo primero de esa constitución conciliar. Muchos de los desbordamientos que se han dado posteriormente en materia litúrgica adolecen de falta de conocimiento de esa parte maravillosa de la Sacrosanctum concilium.

En la primavera de 1961 se reunieron en Roma los componentes de la comisión litúrgica para discutir los trabajos de las respectivas subcomisiones. Todo este rico material se llevó a la mesa del secretario, padre Bugnini, para darle su última forma. Con dicho material se formó un volumen de 250 páginas en ciclostil, que fue enviado a todos los miembros de la comisión el 10 de agosto de 1961, con una carta en la que se decía que remitieran lo más pronto posible al secretario las observaciones que creyeran oportunas. Se pensó, y más o menos así se realizó, que el 10 de septiembre se terminara el plazo para enviar las observaciones; que el 10 de octubre la secretaría de la comisión enviaría el nuevo esquema con las observaciones insertadas; que el 1 de noviembre se terminara el plazo para enviar las observaciones al segundo esquema; que en los días 15-16 de noviembre se convocaría a la comisión para la aprobación definitiva del texto, y que el 15 de diciembre del mismo año 1961 se presentara el texto definitivo a la secretaría general de la preparación del concilio.

En ese momento comenzaron las intrigas del padre Annibale Bugnini - experto en liturgia de intachable carrera hasta entonces, que ya había colaborado con Pío XII en las reformas emprendidas por este Papa- cuando decidió tener en la casa “Domus Mariae” de Roma una reunión de varios miembros de la comisión, sin llamar a los demás, obviamente llamó a aquellos que eran de su cuerda, con la idea descarada de teledirigir los trabajos del concilio en tema de liturgia. Esto ocasionó obviamente la sospecha de los demás miembros y consultores de la misma no llamados para esa reunión y creo muy mal ambiente en el seno de la comisión. Esto provocó, como veremos en el siguiente número, que el P. Bugnini fuera alejado de los trabajos del Concilio, aunque después, como por arte de magia, se convirtió en el gran fautor de las reformas del postoncilio. Las consecuencias fueron tan desastrosas que aún queda alguna huella, aunque casi todo se normalizó cuando Bugnini, convertido ya en arzobispo, fue alejado de la Congregación para el Culto divino, de la que era secretario, y luego de la misma Roma; pero no adelantemos acontecimientos. Se ha querido camuflar dicha reunión diciendo que el capitulo primero era el más pobre y necesitaba una nueva redacción, siendo así que fue el mejor elaborado, quedando prácticamente igual en sus líneas fundamentales. La reunión se tuvo en los días 11-13 de octubre de 1961. Desde ese mo¬mento se miró con sospecha lo referente a la sagrada liturgia por parte no solo de algunos miembros y consultores de la misma comisión sino por muchas personas que pertenecían a otras comisiones y eclesiásticos de relevancia en general. Así apareció luego en el aula conciliar y mucho más en el periodo posterior al concilio. Personas de gran relieve en la Iglesia, ganadas para la causa litúrgica y verdaderamente entusiasmadas, miraron ya con prejuicio lo concerniente a la liturgia.

Todavía recibió el texto del primer capítulo una nueva revisión, provocada por un consultor de pocos alcances que lo deseaba. Se tuvo una reunión el 10 de enero de 1962 con peritos de otras subcomisiones. Pero el texto quedo sustancialmente el mismo después de una acalorada discusión. Todos los demás capítulos recibieron retoques más o menos acentuados. Las observaciones enviadas sobre el texto definitivo del esquema de la constitución de la liturgia se aproximaron a las mil quinientas, muchas se repetían, otras proponían nuevos problemas. El ambiente pentecostal de los primeros momentos se vio ensombrecido por manifestaciones más o menos serias de amor propio herido.

Los problemas más serios vinieron de la música sagrada y de la lengua en la liturgia. El primero fue provocado por el presidente de la subcomisión de música, Mons. Angles, que no se armonizaba bien con las orientaciones de la secretaría general de la comisión. Y el segundo por la cosa en sí misma, aun mas difícil por todo lo que supuso más tarde la constitución apostólica Veterum sapientia, de Juan XXIII, firmada solemnemente el 22 de febrero de 1962 sobre la misma tumba de san Pedro. Por mucho que le pesara al papa Juan XXIII, el portillo de la lengua vernácula en la liturgia fue abierto en el pontificado de Pío XII con los rituales bilingües y otras concesiones, difíciles ya de suprimir, y amparadas con entusiasmo por el cardenal Ottaviani, secretario del Santo Oficio. Era una necesidad pastoral que había que afrontar con serenidad, y los ánimos estaban ya alterados por la nefasta reunión en la “Domus Mariae", antes indicada.

 

III) Concilio y desbarajuste postconciliar

LA PRUDENTE REFORMA DEL CONCILIO Y LO QUE VINO DESPUÉS…

La inauguración oficial del concilio Vatica­no II tuvo lugar el 11 de octubre de 1962. El primer esquema que sería discutido en el aula conciliar sería el de liturgia. Era mejor que lo hicieran sobre el esquema más viable de los que se encontraban totalmente elaborados. Los otros esquemas doctrinales se prestaban a fuerte bombardeo y sus efectos serían mas graves para la misma marcha del concilio. Los cuatro esquemas doc­trinales que se creía serían los primeros en ser examinados se referían a las fuentes de la revela­ción, al deposito de la fe, que se ha de guardar en toda su pureza; al orden moral cristiano y a la castidad, matrimonio, familia y virginidad.

El 16 de octubre de 1962 se comunicó a la congregación general del concilio -la segunda que se tenía- que el concilio comenzaría por el examen del esquema de liturgia. El 20 de octubre los Padres eligieron a los miembros de la comisión litúrgica: 16 en total, a los que el Papa añadió ocho mas. El 21 de octubre el cardenal Larraona, presidente de la comisión, nombró vicepresidente de la mis­ma a los cardenales Giobbe y Julien, y secretario al padre Fernando Antonelli, franciscano. Bugnini quedaba descartado. En el fondo de esto hay que ver la sombra de la famosa reunión en la Domus Mariae, ya indicada en otro capítulo. Esa sombra se proyectará a lo largo de toda la reforma litúrgica en un sentido o en otro. Todos los secretarios de las comisiones preparatorias del concilio fueron, como se esperaba, confirmados en sus cargos como secretarios de las comisiones conciliares menos el padre Bugnini. Al padre Bugnini se le quitó también el cargo de profesor de liturgia en el Instituto de Pastoral de la Universidad lateranense.

Los Padres conciliares discutieron el esquema de liturgia desde el 22 de octubre al 13 de noviembre de 1962. El ambiente general del concilio fue en general de gran altura intelectual y espiritual. Pero al margen del concilio se preparó un “miniconcilio” con algunas reuniones y conferencias de personas más o menos relevantes, que aparecían como especialistas de diversas materias determinadas. Algunas fueron interesantes, pero otras resultaron muy desacertadas, como la del benedictino Marsili el 3 de noviembre de 1962, que recibió una respuesta adecuada. Este bene­dictino, profesor y presidente del Pontificio Instituto litúrgico de San Anselmo de Roma, dejaba mucho que desear en sus publicaciones sobre liturgia y su intervención en el “miniconcilio” sembró más discordia que paz. Hay una diferencia de años luz entre él y el benemérito padre Cipriano Vagaggini, benedictino también, autentico teólogo de la liturgia.

“El concilio ha comenzado orando", escribió en aquellos días el Cardenal Montini a sus diocesanos de Milán y así era en realidad, pues se daba a la liturgia el honor que se merecía. Aunque los hombres obraron por otros motivos, la providencia de Dios se sirvió de ellos para sus fines inescrutables. Mas tarde, Montini, convertido ya en Pablo VI, dijo en el discurso de clausura de la segunda sesión conciliar: “Uno de los temas del concilio, primero en ser examinado y primero también, en cierto sentido, por su valor intrínseco y por su importancia en la vida de la Iglesia, el tema de la liturgia, ha sido llevado felizmente a termino… Vemos el reconocimiento de la escala de valores. El primer puesto, para Dios. Nuestro primer deber, la oración. La liturgia, fuente primera de la vida divina comunicada a nosotros, primera escuela de nuestra vida espiritual, primer regalo que podemos hacer al pueblo cristiano, que con nosotros cree y ora, y la primera invitación al mundo para que suelte su lengua muda en oración dichosa y sincera y sienta el inefable poder de rege­neración que tiene el cantar con nosotros las alabanzas divinas y las esperanzas humanas, por Cristo Señor y en el Espíritu Santo".

El 14 de noviembre de 1962 la asamblea con­ciliar dio su aprobación al esquema de liturgia como base del texto definitivo que había de tener en cuenta las enmiendas y observaciones hechas por los Padres conciliares. La votación dio este resultado: votantes, 2.215; votos favorables, 2.162; votos en contra, 46; votos nulos, 7. La comisión conciliar recogió las observaciones, enmiendas y sugerencias. Las examinó detenidamente y las admitió en el texto o las rechazó, según los casos. Los textos nuevamente elaborados se votaron por un orden riguroso en cada una de sus partes. Todos fueron aceptados por una mayoría de votos muy superior a la requerida para su aprobación. Es extraño que a veces los padres conciliares dieran su voto negativo en un número bastante elevado a textos pontificios; por ejemplo, esta frase del numero 10 del esquema: “… La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza", tuvo 101 votos en contra, y aparece casi con las mismas palabras en documentos de san Pio X, Pio XI y Pio XII. Doscientos cuarenta y siete padres votaron contra la frase que permitía la reiteración de la unción de los enfermos en una misma enfermedad grave prolongada. A la administración de ciertos sacramentales por los laicos se opusieron 607 padres; 509 votaron contra la supresión de la hora de Prima en el Oficio divino. Pero todo iba admitiendose paulatinamente. La comisión conciliar examinó cerca de tres mil votos iuxta modum, tan minuciosamente que a muchos les pareció exagerado.

El 22 de noviembre de 1963 el esquema de liturgia en su totalidad, corregido convenientemente, fue sometido a la votación de los Padres conciliares, con un resultado de solo 20 votos en contra. Luego, el 4 de diciembre del mismo año, fue votado de nuevo para su aprobacion definitiva, en presencia del papa Pablo VI, con un re­sultado de 2.147 votos favorables y cuatro en contra. De este modo el esquema de liturgia paso a ser texto conciliar. Era el primer documento definitivo del concilio Vaticano II.

Todo auguraba una reforma litúrgica basada en un amplio consenso en toda la Iglesia, pero la realidad fue más complicada. Para comenzar, con el postconcilio, y por arte de magia, reapareció en escena el P. Bugnini: Lo normal hubiera sido que se encargase de la aplicación de la constitución conciliar sobre la liturgia a la Congregación de Ritos, que era el dicasterio romano competente en esa materia, pero de modo extraño e inexplicable para la mayoría, el Papa quiso que en esta ocasión la aplicación la hiciera un organismo nuevo, a cuya cabeza puso al cardenal Lercaro y de secretario al padre Anibal Bugnini. Así, la sombra de la famosa reunión en la “Domus Mariae” y los proyectos personales del fraile al que el Concilio había dejado de lado, se proyectaban de nuevo en el tema de la liturgia en diverso sentido. El hecho se supo verbalmente el 3 de enero de 1964, la comunicación oficial se dio el 13 de enero del mismo año, aunque no se hizo pública hasta el 25 de ese mismo mes y año con el “motu proprio” Sacram liturgiam. Este organismo se llamo Consilium por gusto de los latinistas del Vaticano, que lo consideraban más clásico. En realidad era un orga­nismo plenamente constituyente y en seguida el tiempo demostraría que tenía la intención de actuar con gran autonomía y bastante manga ancha para todo lo que fueran novedades para poner a prueba, cosa que hizo hasta que en el 1969, ante la cantidad de abusos y experimentos que se producían en todo el orbe católico y que el Consilium no conseguía controlar, el Papa tuvo que devolver las prerrogativas de este organismo a la Sagrada Congregación de Ritos, donde desde el principio se había optado por la moderación. Por desgracia, en muchos aspectos era ya tarde.

En cierto modo los experimentos litúrgicos estaban indicados en los nn. 40 y 44 de la constitución Sacrosanctum concilium. En el artículo 40, numero 2, se dice: “Para que la adap­tación se realice con la necesaria cautela, si es preciso, la Sede apostólica concederá a la misma autoridad eclesiástica territorial la facultad de permitir y dirigir las experiencias previas necesarias en algunos grupos preparados para ello y por un tiempo determinado". En el artículo 44, que trata de la comisión litúrgica, dice al final: “La comisión tendrá como tarea encauzar dentro de su territorio la acción pastoral litúrgica, bajo la dirección de la autoridad territorial eclesiástica arriba mencionada, y promover los estudios y experiencias necesarios cuando se trate de adaptaciones que deben proponerse a la Sede Apostólica".

Se trataba de un procedimiento ordenado, tem­poral, limitado y bajo la autoridad de la Sede Apostólica y de los obispos. Pero hubo algunos (liturgistas, obispos, pastoralistas) que se creyeron verdaderos Consiliums o Congregaciones romanas para hacer y deshacer a su antojo y lo peor es que aún lo siguen haciendo. Decían que ayudaban a la Iglesia, pues esta podría escoger luego los ritos que mas le agradasen de cuantos ellos estaban ensayando por iniciativa propia. Esto comenzó a realizarse en 1964.

Cómo se estaría poniendo fea la cosa para que el 15 de febrero de 1965 saliese al paso de tales desbordamientos el mismo padre Bugnini, secretario del Consilium -defensor de una idea de reforma de claro contraste con la tradición y uno de los principales causantes de la apertura de esa especia de caja de Pandora que se había abierto en el ámbito litúrgico- que en un trabajo publicado en “Notitiae” se preguntaba: Quo vadis, liturgia? y decia: “¿Adónde vas, liturgia, o mejor, adonde la están llevando liturgistas y pastoralistas? El camino de la liturgia, seguro, luminoso, amplio, expansivo, es el indicado por la Iglesia y por el supremo Pastor. Cualquier otro camino es falso". Parece ser que al final algo había entendido el buen prelado, pero ya la cosa se había desbordado y aún hoy, con lo mucho que han cambiado los tiempos, todavía no lo han entendido algunos, incluso obispos y cardenales, que celebran la liturgia quebrantando las normas de la competente jerarquía de la Iglesia.

El problema fue tratado por el Consilium en varias ocasiones (cf. “Notitiae” [1966] 259; [1967] 290-292). También el Papa, como diremos en otro artículo, habló en diversas ocasiones sobre este punto, que tanto le angustió (cf “Notitiae” [1967] 127-128; [1968] 344-345). Imprudentes falsos liturgis­tas hacían alarde de una reforma litúrgica desquiciada. Esto entorpecía y perjudicaba a la re­forma litúrgica autentica de la Iglesia, pues los que la veían con prejuicios se fundaban en dichas extralimitaciones para atacarla. Fueron unos momentos difíciles, que todavía no han terminado. Son bien expresivos estos títulos de “Notitiae": Cuestiones desde Holanda (1970, 41), Autenticidad, hibridismo (ib, 72), Degradación de la litur­gia (ib, 102), Renovación con orden (1971, 49), ¿En que sentido debe ser renovada la liturgia? (1973, 288), etc. Hay que decir, a modo de comentarios, que el tener que preguntar en el 1973, tantos años después de la Sacrosanctum Concilium, en una revista oficial de la Santa Sede como es “Notitiae", en qué sentido había que renovar la liturgia, indica la confusión a la que se había llegado por entonces. No hay exageración. La realidad fue y es más alarmante hasta llegar a casos de verdaderos sacrilegios. Los ladrones sacrílegos son menos culpables que esos falsos liturgistas y pastoralistas, pues aquellos iban solo por el lucro, sin fijarse en lo sagrado, y estos con sus iniciativas han inferido graves ofensas a la sagrada Eucaristía por razones “pastorales", abusivas y monstruosas.

Por parte de la competente autoridad eclesiástica se tomaron todas las precauciones necesarias, pero el desbordamiento comenzó un poco en todas partes. Por eso en junio de 1965 el Consilium hizo unas declaraciones censurando el hecho de esa anarquía en materia litúrgica y puntualizaba concretamente los permisos que se habían concedido, dados a la autoridad eclesiástica territorial, para grupos determinados y por algún tiempo. En diciembre de 1966 la revista “Paris Match” publicaba unas fotografías de celebraciones eucarísticas domesticas que alarmaron al Vaticano. La Sede Apostólica creyó conveniente denunciar la arbitrariedad y el mal espíritu que esto reflejaba. Así lo hicieron la Congregación de Ritos y el Consilium (cf. “Notitiae” [1966] 37-49). El 5 de septiembre de 1970 se publicó la tercera instrucción Liturgicae instaurationes, y en ella se trataba una vez mas de los experimentos en materia litúrgica. Después de recordar los principios antes indicados, se decía: “Por lo que respecta a la Misa, todas las facultades concedidas con vistas a la reforma han de considerarse caducadas. Publicado el Misal romano, las normas y la forma de la celebración eucarística son las establecidas por la Instrucción general y por el Ordo missae".

Sin embargo, se volvió a crear no poca confusión al permitir a las Conferencias episcopales conceder el permiso para experimentar aquellas adaptaciones previstas en los libros litúrgicos que han de ser estable­cidas por las respectivas Conferencias episcopales y confirmadas por la Sede Apostólica. Las normas de esas experiencias litúrgicas estaban dadas con bastante claridad, pero en los mismos centros de experimentación designados por el Consilium y la autoridad eclesiástica territorial no se observaron las condiciones propuestas, sino que se obró con gran arbitrariedad y sin criterio litúrgico alguno.

Las voces de la Jerarquía se elevaban, pero nunca mejor dicho, como una voz en el desierto (desierto de obediencia, de amor a la Iglesia e incluso de sentido común). El 30 de junio de 1965 el cardenal Lercaro, presidente del Consilium, escribió una carta a los presidentes de las Conferencias episcopales contra las experiencias e iniciativas personales y arbitrarias, por su individualismo y su oposición a las tareas del Consilium. En diciembre de 1966 la revista “Notitiae", ógano oficial del Consilium y luego de la Congre­gación para el Culto divino, repetía la misma censura, ya que, después de veinte meses de la carta del cardenal Lercaro, la situación no solo no había cambiado, sino que había empeorado. El 29 de diciembre del mismo año apareció una declaración conjunta de ambas instituciones, la Congregación de Ritos y del Consilium condenando enérgicamente toda celebración arbitraria de la liturgia, principalmente la sagrada Eucaristía.

Fuente: InfoCatólica

lunes, 25 de junio de 2012

Monseñor Aguer: En la Argentina hay una tendencia a mancillar la verdad

 

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Me parece que en la sociedad argentina hay una fuerte tendencia a vivir menoscabando la verdad. Entre las tantas ofensas de la verdad la más grave es la mentira. Hay mentiras más graves y otras más leves; eso depende de la naturaleza de la verdad que está en juego, la verdad a la cual se traiciona mintiendo, y también depende del daño que se produce al pronunciar una mentira. Pienso en casos de personas que tienen o tenemos más responsabilidad, por ejemplo los sacerdotes, los políticos, especialmente si están en función de gobierno, los periodistas o los responsables o los dueños de los medios, hacia aquellos con los cuales están en relación, porque pueden producir un daño muy grande”.


     Estos conceptos pertenecen al arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, quien los expresó en su reflexión televisiva semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor” emitido este sábado por América TV, al referirse al octavo mandamiento que exige “no levantar falso testimonio ni mentir”, un mandamiento que está salvaguardando valores humanos fundamentales. En este caso, protegiendo un valor profundo, que tiene que ver con la personalidad moral del hombre, su relación con la verdad, la relación de la palabra humana con la verdad”.
     El prelado platense sostuvo que es importante recordar esto “porque se trata de un valor que no debe ser traicionado: el valor de la verdad y de la relación del hombre con la verdad. A cualquier costo debe defenderse esa relación del hombre con la verdad, no se la debe malbaratar por un interés, por un juicio pragmático, o por una razón utilitaria. Lo contrario de la afirmación de la verdad, de ese permanecer en la verdad, es la mentira”.
     Recordó que “entre las tantas ofensas de la verdad la más grave es la mentira. Todos sabemos de qué se trata. Es decir una falsedad con la intención de engañar. En realidad lo que estamos haciendo es negándole a nuestro prójimo, a nuestro interlocutor, la verdad que le debemos, la verdad que él debe conocer. Estamos diciendo otra cosa en lugar de la verdad, y esto la tradición cristiana, la moral cristiana, consideró siempre una cosa muy grave, una cosa muy seria”.
     “Podríamos decir -acotó- que la mentira ‘es cosa e’ Mandinga’. Y esto lo saco del Evangelio porque Jesús dice que el Diablo es mentiroso y padre de la mentira. Cuando miente dice lo que tiene dentro, habla de su bagaje propio. El relato del primer pecado, en las primeras páginas de la Biblia, muestra al Diablo mintiendo, es decir engañando al hombre y a la mujer. Por eso, según la moral cristiana, la mentira es mala por su propia naturaleza. Es decir que siempre es mala”.
     “Se suele decir que hay mentiras piadosas cuando en realidad no hay mentiras piadosas. Si bien la mentira no siempre es pecado mortal es seguro que nunca es piadosa, porque estamos estafando esa necesidad de trasmitir la verdad”, señaló.
     Y explicó que “es cierto que la mentira no siempre tiene el mismo grado de gravedad, de pecaminosidad, hay mentiras más graves y otras más leves; eso depende de la naturaleza de la verdad que está en juego, la verdad a la cual se traiciona mintiendo, y también depende del daño que se produce al pronunciar una mentira. Pienso en casos de personas que tienen o tenemos más responsabilidad, por ejemplo los sacerdotes, los políticos, especialmente si están en función de gobierno, los periodistas o los responsables o los dueños de los medios, hacia aquellos con los cuales están en relación, porque pueden producir un daño muy grande”.
     “Monseñor Aguer manifestó que “le llama la atención que el Catecismo de la Iglesia Católica presenta dos notas acerca de la mentira que son muy serias. Dice por un lado que es una profanación de la palabra y también que es una violencia hecha a los demás. Son palabras muy cargadas, es un juicio muy cargado respecto de la malicia de la mentira. Se habla de la ‘profanación de la palabra’ y de ‘violencia hecha a los demás’, porque ese negarles la verdad a quienes se la debemos constituye una falta contra la justicia y contra la caridad y, de algún modo, podemos decir que también rompe la confianza que debe reinar en una comunidad determinada. Eso hace difícil cuando no perjudica gravemente la amistad social”.
     “Santo Tomás de Aquino enseñaba que los hombres no podrían vivir juntos si no tuvieran confianza recíproca, si no se manifestasen en la verdad. Es decir que la mentira, sobre todo cuando se hace masiva y cuando la ejerce alguien que tiene gran responsabilidad produce un daño a la convivencia social y resulta funesta para toda la sociedad. Eso lo afirma también el “Catecismo de la Iglesia Católica”.
     “Suele decirse que ‘la mentira tiene patas cortas’ y es verdad pero lo que pasa es que a veces se ha adiestrado enormemente para correr a gran velocidad y es difícil alcanzarla. Y sí, ‘tiene patas cortas’, pero siempre somos responsables de la mentira que decimos y entonces tenemos la obligación de reparar el daño que con la mentira se produce. ¿A qué viene todo esto? A que me parece que en la sociedad argentina hay una fuerte tendencia a vivir menoscabando la verdad”.
     “¿Cómo se corrige eso? No es fácil de corregir sobre todo si se convierte en un hábito cultural. Me parece que hay que empezar por sostener la verdad y decir la verdad en las relaciones cotidianas. No tenemos que mentir simplemente porque pensemos que es una mentira piadosa, porque cuando lo hacemos estamos estafando al prójimo con el cual hablamos. En esas pequeñas cosas de cada día se va fortaleciendo una virtud cristiana muy bella que es la veracidad”, concluyó monseñor Aguer.+

Fuente: AICA

domingo, 24 de junio de 2012

Benedicto XVI pide más fidelidad a las normas canónicas y los libros litúrgicos

 

 

 

Favorezcan que los fieles “participen más digna y fervorosamente en los sacramentos, celebrados a tenor de las normas canónicas y los libros litúrgicos”

Benedicto XVI

 

Queridos hermanos en el Episcopado, si la gracia de Dios no lo precede y sostiene, el hombre pronto flaquea en sus propósitos por transformar el mundo. Por eso, para que la luz de lo Alto continúe haciendo fecundo el empeño profético y caritativo de la Iglesia en Colombia, insistan en favorecer en los fieles el encuentro personal con Jesucristo, de modo que oren sin desfallecer, mediten con asiduidad la Palabra de Dios y participen más digna y fervorosamente en los sacramentos, celebrados a tenor de las normas canónicas y los libros litúrgicos. Todo esto será cauce propicio para un idóneo itinerario de Iniciación Cristiana, invitará a todos a la conversión y a la santidad y cooperará a la tan necesaria renovación eclesial.

 

Benedicto XVI
Discurso al primer grupo de obispos de Colombia
en visita Ad Limina Apostolorum
Sala del Consistorio
Jun-22-2012

 

 

Fuente: http://secretummeummihi.blogspot.com.ar/

jueves, 14 de junio de 2012

Invocaciones al Sagrado Corazón de Jesús

Latín-Castellano


Piae invocationes
Cor Iesu, flagrans amore nostri, inflamma cor nostrum amore tui.
Corazón de Jesús abrasado de amor a nosotros, inflamad nuestro corazón en amor a Vos.
Cor Iesu, in te confido.
Corazón de Jesús en Vos confío.
Iesu, mitis et humilis corde, fac cor nostrum secundum Cor tuum.
Jesús manso y humilde corazón, haced nuestro corazón semejante al vuestro.
Cor Iesu, omnia pro te.
Todo por Vos, Corazón sacratísimo de Jesús.
Cor Iesu sacratissimum, miserere nobis.
Corazón Sacratísimo de Jesús, tened piedad de nosotros.
Dulce cor Mariae, esto salus mea.
Dulce Corazón de María, sed la salvación mía.

EL OBISPO FELLAY EN LA CONGREGACION PARA LA DOCTRINA DE LA FE

Ciudad del Vaticano, 14 junio 2012 (VIS).- En la tarde del miércoles, 13 de junio, ha tenido lugar el encuentro entre el cardenal William J. Levada, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, y el obispo Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, a quien acompañaba un ayudante. Asistieron también al encuentro el arzobispo Luis Francisco Ladaria Ferrer, S.I.,secretario general de la misma congregación y monseñor Guido Pozzo, secretario de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, segun informa un comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

“El objeto del encuentro era presentar la evaluación de la Santa Sede del texto remitido por la Fraternidad Sacerdotal San Pío X el pasado mes de abril como respuesta al 'Preámbulo doctrinal' enviado por la Congregación el 14 de septiembre de 2011 a esa Fraternidad. La discusión ha brindado igualmente la oportunidad de facilitar las explicaciones y precisiones oportunas. Por su parte, el obispo Fellay ha ilustrado la situación actual de la Fraternidad y ha prometido que dará a conocer su respuesta en un período de tiempo razonable”.

“Durante el mismo encuentro se ha entregado un borrador de documento que propone una Prelatura Personal como el instrumento más adecuado para el eventual reconocimiento canónico de la Fraternidad”.

“Se confirma que la situación de los otros tres obispos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, se tratará de forma separada e individual, como se informaba en el comunicado de prensa del 16 de mayo de 2012”.

“Al final de la reunión se ha manifestado el deseo de que, gracias a este momento ulterior de reflexión, se logre alcanzar la plena comunión de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X con la Sede Apostólica”.

Fuente: VIS

La respuesta del Papa en manos de Mons. Fellay

POR ANDREA TORNIELLI

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El superior de la Fraternidad San Pío X recibió el texto del “preámbulo doctrinal” que examinó Benedicto XVI

Como había anticipado Vatican Insider esta mañana, el diálogo entre la Santa Sede y los lefebvrianos llegó a un paso decisivo. Después de haber estudiado con atención el texto del “preámbulo doctrinal” con las modificaciones que pidió el superior de la Fraternidad San Pío X, Benedicto XVI ha tomado una decisión y se la ha comunicado al cardenal William Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y al secretario del mismo dicasterio, el arzobispo Luis Ladaria Ferrer, durante la última audiencia que les había condedido el sábado pasado.

El cardenal Levada entregó el texto de la declaración doctrinal a monseñor Fellay esta tarde, en el palacio del Santo Oficio. El superior lefebvriano llegó ayer a la casa de la Fraternidad San Pío en Albano lacial. El El preámbulo todavía es “top secret”, pero será publicado (y así han asegurado desde que comenzó la historia) si la Santa Sede y la Fraternidad que fundó monseñor Lefebvre llegan a un acuerdo formal. La decisión final, pues, se encuentra ahora en manos del obispo Fellay: si decide adherir, seguramente se dará el aviso oficial del acuerdo y la Fraternidad San Pío X se convertirá en una prelatura personal, directamente dependiente de la Santa Sede.

Fuente: Vatican Insider.

miércoles, 13 de junio de 2012

El vaticanista Andrea Tornielli afirma que el Papa ya ha leído la respuesta de Mons. Fellay

Por Andrea Tornielli

 

Se acerca el paso decisivo: Benedicto XVI examinó las propuestas de Fellay y de los cardenales.

El diálogo entre la Santa Sede y los lefebvrianos se encuentra en un punto decisivo. Después de haber estudiado con atención el texto del “preámbulo doctrinal” con las modificaciones que pidió el superior de la Fraternidad San Pío X, Benedicto XVI habría tomado una decisión y se la habría comunicado al cardenal William Levada, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y al secretario del mismo dicasterio, el arzobispo Luis Ladaria Ferrer, durante la audiencia que concedió a ambos religiosos el sábado pasado.

El texto de la declaración doctrinal es ultra secreto, pero será publicado (como aseguran desde que comenzó la historia) si se llega a formalizar el acuerdo entre la Santa Sede y la Fraternidad que fundó monseñor Lefebvre. No se puede saber todavía si el texto que envió Bernard Fellay a Roma  a mediados de abril (y que los cardenales de la Cuarta Feria de la Congregación para la Doctrina de la Fe analizaron y discutieron el 15 de mayo) ha sufrido cambios o precisaciones. Dentro de pocas horas, la respuesta del Papa podría ser comunicada al superior lefebvriano. Será él quien acepte definitivamente o no el “preámbulo”.

La historia de las relaciones borrascosas entre la Santa Sede y la Fraternidad exige cautela: en 1988, Lefebvre ya habís suscrito un acuerdo doctrinal, pero rompió las negociaciones argumentando que no confiaba en las autoridades vaticanas y consagró, ilegítimamente (sin mandato papal), a cuatro nuevos obispos, Fellay incluido. Desde entonces, muchas cosas han cambiado. Hoy, el superior de la San Pío X (que insistió en su postura en una entrevista al boletín oficial de la Fraternidad el 7 de junio) sabe muy bien que Benedicto XVI desea llegar a una reconciliación que pueda curar la herida de hace 24 años. Si Fellay, después de haber recibido la respuesta vaticana, firma la declaración doctrinal, el acuerdo será anunciado oficialmente.

De cualquier manera, seguirá abierta la cuestión sobre los tres obispos lefebvrianos (Tissier de Mallerays, de Gallareta y Williamson) que respondieron con una carta durísima las intenciones de Fellay para llegar a un acuerdo con Roma. Incluso en el caso de que el superior de la San Pío X firme la declaración doctrinal, las posturas de los tres obispos serán examinadas singularmente por la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Fuente: La Stampa.

martes, 12 de junio de 2012

EL CISMA PROGRESISTA QUE ANTICIPA KUNG YA ES CASI UN HECHO

Sigue el ataque al Papa

 

Esta vez por parte de curas alemanes
Decíamos ayer que lo amenazan con un Cisma ... que ya existe
En el post anterior, Complot contra el Papa, mostrábamos nuestra convicción de que el intenso ataque interno y externo que se abate sobre el Santo Padre, tiene como objetivo principal  detener la Restauración Litúrgica en curso, y evitar la regularización canónica de la Fraternidad San Pío X.
No debe entenderse que el proceso haya sido iniciado en nuestros tiempos, no. ¡El Modernismo lleva más de 100 años! Baste recordar que el decreto "Lamentabili Sine Exitu" con el que San Pío X condenara sus heréticas proposiciones, fue publicado en Julio de 1907. Pero en las actuales circunstancias, exacerba su actividad y amontona uno tras otro sus golpes sobre el Papa  "ultramontano", a quien parece no querer conceder ni un minuto de calma.
Esta vez el ataque viene de Alemania: donde un número importante de sacerdotes de la Arquidiócesis de Friburgo (alrededor del 17 % de los presbiterios y diáconos, hasta el día de hoy) han firmado un Memorandum (ver traducción completa al fin de este post) en el que admiten que "En nuestras parroquias los divorciados vueltos a casar comulgan y reciben los sacramentos de la Penitencia y de la Unción de los enfermos con nuestro permiso expreso".

Decimos, el 17 % de los curas "hasta el día de hoy", porque se puede adherir al Escrito por Internet, y las firmas que originalmente fueron 140, van ya por las 170 (Sábado 9 de Junio a las 15,00 GTM).
Es decir que estos desgraciados sacerdotes, están suministrando la Sagrada Comunión a personas que viven en concubinato, contra las expresas reglas de la Iglesia que no concede el augusto sacramento a los pecadores públicos. Ellos mismos lo dicen en el libelo en el que han estampado su rebeldía "Estamos completamente advertidos de que así, a menudo, actuamos en contra de la prescripción de la ley canónica actualmente en vigor en la Iglesia Católica Romana".
Y lo que es peor aún, los asisten con la Unción de los enfermos en la hora de la muerte, sin advertirles que están en pecado mortal, antes bien, certificándolos en su conducta, y enviándolos... ¡a dónde? ¡Oh guías ciegos que lleváis a vuestro rebaño hacia el precipicio!
¡Cómo han cambiado algunos curas! Se recordará que al Rey Luis XV, católico picado por los virus de la Lujuria y de la viruela, se le exigió el despido de la Maîtresse-en titre (Amante Titular) Jeanne Bécu, condesa du Barry (Madame du Barry), a lo cual accedió, como condición para ser absuelto en la hora de su muerte.
Pero estos desgraciados sacerdotes dicen en su escrito que vulneran las normas canónica porque "Salus animarum Suprema Lex - la salvación de las almas es Ley Suprema ". ¡Bárbaros, si para salvar el alma hay que evitar el pecado, aquí el concubinato!
Y que lo hacen "esperando que pronto haya una decision que dé a estas personas, oficialmente y sin discriminación, un lugar en nuestra Iglesia, de acuerdo con el Evangelio".

¡Recontra bárbaros: ¿de acuerdo a cuál evangelio?! No al de Jesucristo, por cierto. Sabemos que es inútil discutir con la necedad, porque ellos deben conocen muy bien el Evangelio de Nuestro Señor, en el cual seguramente no creen; pero no está mal recordarles que la indisolubilidad matrimonial es de Derecho Divino, y nunca la Iglesia podrá válidamente desatar lo que Dios mismo ha atado "desde el principio" (Mt 19, 8).
Finalmente, para rescatar a sus fieles separados en nueva unión de cualquier forma de discriminación, informan los desgraciados presbíteros que los mismos "Están activos como colaboradores en consejos parroquiales, en la formación catequética, y en otros servicios". ¡Toda una rehabilitación en regla, claro que contraria tanto a la Ley Canónica como a la Ley Suprema de la Iglesia!
El plan de lucha de los alemanes, tiene puntos en común con la secuencia seguida para implantar la Comunión en la mano; deleznable práctica que fue probada primero en pequeños cenáculos de desobediencia e impiedad en Holanda y Alemania, ampliados luego a espacios cada vez mayores con la complicidad de algunos obispos.
Se buscaron razones favorables en olvidados papeles que grupos de teólogos se encargaban de aprobar. Siguió el arqueologismo litúrgico, condenado por el Papa Pío XII en la encíclica Mediator Dei, mediante el cual se habilita una práctica NO TRADICIONAL, sobre la dudosa base de que en los primeros años del Cristianismo fue utilizada.

La presión fue tan grande que el Papa Pablo VI tuvo que pedir el parecer de todos los Obispos del mundo. Cuando los votos mostraron que la inmensa mayoría de ellos estaba en contra de la inovación, aquel Papa la prohibió en su Encíclica Memoriale Domini, pero una mano misteriosa prescribió a continuación un indulto "que allí dónde fuera costumbre, podrían los Obispos consentir, previa aprobación de la Santa Sede". 

Costumbre de comulgar en la mano no había en ningún lugar del Orbe Católico, porque para que algo constituya Costumbre se requiere el paso de muchos años. No obstante, por ese misterioso párrafo ¡está hoy todo el Catolicismo contaminado de la horrorosa práctica!
Mons. Robert Zollitsch, Arzobispo de Friburgo y Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, ha dicho en una entrevista concedida poco antes de que el Papa llegara a Berlín en su último viaje: "creo que sobre el tema de los divorciados en nueva unión podrán darse pasos adelante estando yo todavía con vida".
¿Ha trabajado Mons. para que su profecía se cumpliera!
Mons.  Zollitsch: ¿Comunión para los concubinos?
Una parte importante del clero de Austria y Alemania está en franca rebelión contra Roma, y este nudo gordiano no parece que pueda ser cortado sino mediante el cauterio de la excomunión. ¡Ojalá nos equivoquemos! El Papado tiene en teoría la potestad de poner las cosas en su lugar. ¿Podrá hacerlo en la práctica?
Mientras tanto ¡Oremus pro pontifice nostro Benedicto...!

Leído en PÁGINA CATÓLICA