lunes, 11 de junio de 2012

El pelícano y su simbología eucarística

 

pelicano

Pie pellicane, Iesu Domine, Me immundum munda tuo sanguine. Cuius una stilla salvum facere Totum mundum quit ab omni scelere. (Adoro te devote, Santo Tomás de Aquino).

Los primeros cristianos vivían en medio de una sociedad pagana y hostil. Los perseguían, los encarcelaban y se los condenaban al destierro o a la muerte. Como no podían profesar abiertamente su fe, se valían de símbolos que pintaban en los muros de las catacumbas y, con mayor frecuencia, grababan en las lápidas de mármol que cerraban las tumbas; era una forma de decir que ahí se encontraba un cristiano. 

El pelícano es un animal poco estético y si se lo compara con la fuerza y la agilidad de un águila o un león, por ejemplo, hasta puede parecer ridículo. Pero la comparación con Jesucristo que hicieron los primeros cristianos, no se basaba en esos primeros aspectos, si no en la belleza y la nobleza de su corazón: Cuando sus crías nacen, los pelícanos, al igual que todos los animales, tienen que buscar comida para alimentarles. Antiguamente se creía que si el pelícano adulto no encontraba comida para sus crías, en vez de abandonarlas, les daba de comer de su propia carne. De esta forma, la gran ave se abría el pecho con su pico para alimentar a sus crías con su sangre y con trozos de su propio cuerpo. Ellos comprendían que sacrificaba su vida para que sus hijos pudieran vivir. He ahí la gran similitud con Cristo que ofreció su Cuerpo y su Sangre para la salvación del hombre. Al igual que las crías del pelícano no podrían vivir sin la carne que se les da, así también nuestra alma no podría vivir sin el alimento de la Eucaristía.

Tiempo después, se supo que el pelícano tenía bajo el pico una especie de bolsa, donde colocaba los pescados. Cuando regresaba a su nido, apoyaba enérgicamente el pico contra el pecho para sacar las provisiones de comida para sus crías. Los antiguos, al observar este procedimiento imaginaron que el ave se lastimaba a sí misma para alimentar los pequeños pelícanos hambrientos. De todas formas, es una hermosa imagen de lo que significa la Eucaristía para los católicos y aún hoy es un símbolo cristiano muy fuerte, símbolo de piedad y sacrificio, la más alta expresión del amor humano y divino.

Fuente: Blog “En todos los medios

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